Ésta semana me dediqué a acomodar espacios que no tenía en el orden que me gusta.
La despensa, el refrigerador, mi closet, mi oficina…
Saqué cosas que ya no necesito y que otras personas pueden utilizar mejor que yo. Y otras, a la basura.
Al final, siento una sensación de renovación y de satisfacción.
Pero… Siempre tengo que cuidarme de no utilizar eso como pretexto y forma de posponer otras cosas que son importantes y que tienen que ver con prioridades en mi trabajo y mi relación de pareja. Si bajo la guardia, pierdo toda una mañana o toda una tarde en cosas que me distraen. Y soy muy hábil para decirme: “es que primero todo tiene que estar así” o “voy a ver qué más tengo que echar a lavar”, etc.
Por eso tengo que trazar un plan y restringir el tiempo que voy a dedicar a algo.
Creo que con el paso de los años, me he vuelto minimalista. Ahorita quiero pocas cosas. No quiero tiliches. Quiero poco y bonito y de mucha calidad.
Quiero aprender más y tener menos, pero también hacer más.
Y… me importa muchísimo tener experiencias. ¡En eso estoy!
Bueno, espero que les haga sentido haber empezado con arreglar y terminar con tener experiencias.
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